Rafael:
La Anunciación.
Museo Vaticano,
Roma.
Ave María

La más popular de todas las oraciones marianas esta compuesta de dos partes: la primera es saludo y alabanzas, la segunda es peticiones.

La primera parte toma las palabras del Evangelio de San Lucas y junta las frases del Arcángel Gabriel en la Anunciación (Lc. 1, 28) y las del saludo de Isabel cuando la visita María (Lc. 1, 42). La unión de estos dos pasajes en una sola oración se remonta al siglo V o tal vez al IV. Aparece en las liturgias orientales de Santiago de Antioquía y de San Marcos de Alejandría. También en el ritual de San Severo (año 538). Con respecto a las iglesias de Occidente, sabemos que se usaba en Roma en el siglo VII. De la gran popularidad de esta oración en el siglo XI nos dan testimonio los escritos de San Pedro Damián (1007-1072) y de Hermann de Tournai (muerto en 1147). Más tarde, probablemente obra del Papa Urbano IV, alrededor del año 1262, se añadió el nombre Jesús al final de los dos pasajes.

De la segunda parte de la oración encontramos dos versiones en el siglo XV. Una, "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores", se encuentra en los escritos de San Bernardino de Siena (1380-1444) y los Cartujos. La otra, "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte", aparece en los escritos de los Servitas, en un breviario romano y en algunas diócesis alemanas. La versión actual se generalizó en el siglo XVI y fue incluida en la reforma del breviario promulgada por el Papa San Pío V en 1568.

Ave Maria, Dios te salve, María,
gratia plena, llena de gracia,
Dominus tecum. el Señor es contigo.
Benedicta tu in mulieribus, Bendita eres entre todas las mujeres
et benedictus fructus ventris tui, Iesus. y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Sancta Maria, Santa María,
Mater Dei, Madre de Dios,
ora pro nobis peccatoribus, ruega por nosotros pecadores
nunc, et in hora mortis nostrae. ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen. Amén.