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La Democracia en nuestra Historia |
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| Xavier Zavala Cuadra |
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| Al servicio del HOMBRE y de sociedades DE HOMBRES |
A mis alumnos de Guatemala |
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V. Los Estados Unidos de América | ||
| Democracia de hombres como HOMBRES. | ¿Por qué surgió su democracia? ¿Por qué ha durado? ¿Seguirá? | |
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La cultura política
durante la Colonia Inglesa
El territorio de los Estados Unidos fue explorado primero y colonizado después, principalmente por españoles, ingleses, holandeses y franceses. Aunque todos ellos tenían sus propias tradiciones, costumbres y modos de convivencia, nos concentraremos aquí en la cultura política de la colonia inglesa porque, con el paso del tiempo y a través de varias guerras y arreglos, los ingleses dominaron la región y su cultura política prevaleció sobre las otras.
Ya vimos que las saludables ideas medievales de libertad y de poner límites y barreras al poder de los gobernantes, se habían ido olvidando durante los siglos XV, XVI y XVII en casi toda Europa y, en vez de ellas, fue prevaleciendo la monarquía absoluta. Inglaterra era la única excepción importante. En la mentalidad de los ingleses seguía siendo fuerte la tradición medieval de cuerpos gubernamentales representativos de la población. Cuando a mediados del siglo XVII surgió un conflicto entre el rey y el parlamento sobre asuntos religiosos y constitucionales, el parlamento salió victorioso y decapitó al rey. El parlamento llegaría a tener total control en asuntos de legislación y finanzas. Incluso extendería su autoridad al campo de la acción ejecutiva: a mediados del siglo XVIII ya era costumbre que el rey integrara su gabinete con miembros del parlamento que gozaran del apoyo de la mayoría parlamentaria y que tuviese que sustituirlos tan pronto como perdieran ese apoyo.
Estas creencias, actitudes y modos políticos ingleses fueron trasplantados a América del Norte y, en el nuevo marco de la colonia, se desarrollaron y evolucionaron hasta producir, finalmente, la nueva democracia.Actitud de autogobierno y de gobierno representativo
La modalidad misma con que se inició la colonización inglesa de América del Norte favoreció el espíritu de autogobierno.
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Las exploraciones y los asentamientos en América Todo comenzó con la visión, la ilusión, la perseverancia y la audacia del navegante genovés Cristóbal Colón. Los pueblos y reinos europeos comerciaban desde hacía mucho tiempo con el este, con la India, con China (la antigua Catay). Colón, conocedor de la redondez de la tierra, quería llegar al este por el oeste. Si lo conseguía se llenaría de gloria y de riquezas. Trató primero de obtener ayuda del rey de Portugal —reino abierto al mar, como ningún otro de su tiempo— pero fracasó porque los portugueses andaban ya tras otra vía para llegar a la India y la China, vía también de mar, pero bordeando las costas de la gigantesca África. Cuando marchaba hacia Francia porque creía que también había fracasado en sus gestiones con los reyes de Castilla y Aragón, le avisaron que éstos habían cambiado de parecer y estaban dispuestos a ayudarle. Aunque no encontró las ciudades grandes que esperaba, ni las sedas, joyas y especies que supuestamente abundaban en el este, murió creyendo que habían encontrado una nueva forma de llegar a la India. Las exploraciones que siguieron buscaban dar con el paso hacia el este y sus riquezas. El rey Enrique VII de Inglaterra lo buscó por el norte, enviando al veneciano Juan Cabot en 1496. Balboa atravesó el istmo de Panamá y descubrió un mar al otro lado, en 1513, y lo llamó Mar del Sur. Magallanes, portugués pero ayudado por la corona española, buscó la ruta del este por el sur y dio con ella, descubriendo él también el mar del otro lado al que llamó Pacífico porque sus aguas así le parecieron en comparación con las del estrecho recién atravesado y que hoy lleva su nombre; salió de España con cinco naves y unos doscientos hombres, en septiembre de 1519; tras tres años de navegación y aventuras, solo una nave logró regresar a España, en septiembre de 1522, con 18 exhaustos marineros a bordo. "Victoria" era el nombre de la nave. Primera en dar la vuelta al mundo. Magallanes había muerto en combate con los nativos de las islas que hoy llamamos Filipinas. Había llegado al este por el oeste. Francia insistió en buscar la ruta por el norte y encomendó la expedición a Verrazano, un navegante nativo de Florencia; en 1524, éste navegó costeando desde lo que hoy es Carolina del Norte hasta Nueva Escocia, y regresó a Francia sin encontrar la deseada ruta. El encuentro de grandes cantidades de oro y plata hizo que América dejase de ser vista como camino hacia el este y pareciese valiosa por sí misma: depósito de enormes riquezas minerales, lugar de nuevas plantas y cultivos, oportunidad de nuevas actividades comerciales. La exploración fue dando paso a asentamientos permanentes. Los franceses, asentados en la zona norte, se dedicaron al comercio de pieles. Los ingleses aprendieron de los indios el cultivo del tabaco y comerciaron con él exitosamente. En ese tiempo se creía que la riqueza provenía exclusivamente de la naturaleza, en forma de metales preciosos y de cultivos. La riqueza se tomaba de la naturaleza. De ahí que los reinos considerasen importante extender sus posesiones de tierras. Éstas, además, resolvían el problema de sobrepoblación que algunos países europeos experimentaban. En ese tiempo, obtener nuevas riquezas siempre equivalía a quitárselas a otro, porque aún no se había entendido que el ser humano es capaz de crear riqueza nueva. Hoy llamamos mercantilismo a esa estrecha concepción de la economía. Otra limitación del mercantilismo era que el comercio de las colonias debía hacerse solamente con las metrópolis: las colonias españolas con España, las inglesas con Inglaterra, las francesas con Francia, etc. |
Cuatro años después del descubrimiento de América por Colón, el rey Enrique VII de Inglaterra había enviado al veneciano Juan Cabot a buscar el paso hacia la India y China por el norte del continente recién descubierto. Después de ese fallido intento, el interés inglés por América se desvaneció temporalmente, porque al rey le interesaba más fortalecer la armada inglesa para proteger el comercio con países vecinos. Pero, al crecer considerablemente el poderío español con las riquezas que obtenía de América, creció también la rivalidad entre ambos gobiernos: hacia la mitad del siglo XVI, los ingleses decidieron debilitar a España y fortalecerse ellos, no por la vía de asentamientos propios (aunque hubo dos intentos), sino atacando y robando los barcos españoles que regresaban de América y los puertos de las costas occidentales colonizadas por España. Así comenzó la época de los filibusteros.
A comienzos del siglo XVII, el gobierno inglés quiso tener colonias en tierra americana sin hacerse cargo directamente de la empresa, para ello se valió del método de colonización usado en otras partes por Holanda, Francia, Suiza, Dinamarca y la propia Inglaterra: los asentamientos ingleses en el norte de América comenzaron como empresas de accionistas privados, de las que se esperaba que también beneficiaran al reino con bienes producidos en las colonias; también se esperaba de ellas que llevaran el Cristianismo a los indígenas. Para estos efectos, el rey otorgaba a cada empresa el derecho de colonizar una determinada zona.
Estas empresas se gobernaban a sí mismas. Lo que hoy llamaríamos "directiva" y que ellos llamaban "Corte General", nombraba al gobernador, a sus concejales y dictaba las leyes bajo las que se viviría. El primer asentamiento de este tipo lo hizo una Compañía de Londres en la actual Virginia y se llamó Jamestown (1606). En 1619, su Corte General decidió que todos los hombres libres de la colonia nombrasen delegados para que, con los concejales y el gobernador, pasasen las leyes y normas del lugar. Fue el primer cuerpo legislativo integrado por representantes del pueblo en tierra americana.
Un año más tarde, en 1620, llega a las costas de Massachusetts otro grupo de ingleses que huía de la persecución religiosa en su país. Eran protestantes que criticaban a la Iglesia de Inglaterra por parecerse demasiado a la Católica. Hoy se conoce a ese grupo con el nombre de "pilgrims" (peregrinos). El Mayflower, el barco en que navegaban, iba hacia Virginia, pero perdió el rumbo y fue a dar al extremo norte de los Estados Unidos. Antes de desembarcar, los peregrinos firmaron el Acuerdo del Mayflower por el que se comprometían a autogobernarse formando un cuerpo cívico y político. Fundaron, así, el asentamiento de Plymouth, se dieron leyes y nombraron gobernador y asistentes. Al extenderse, con el tiempo, sobre el territorio, era difícil que todos asistiesen a las reuniones y los diversos grupos comenzaron a enviar delegados.
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El Acuerdo del Mayflower En el nombre de Dios, amén. Nosotros, los abajo suscritos, fieles súbditos de nuestro venerable y supremo señor el Rey Jaime, por la gracia de Dios Rey de Gran Bretaña, Francia e Irlanda, Defensor de la Fe, etc., habiendo emprendido, para gloria de Dios, progreso de la fe cristiana y honra de nuestro Rey y país, un viaje, con el propósito de establecer la primera colonia en las partes nortes de Virginia, por las presentes hacemos solemne y mutuo compromiso, en la presencia de Dios y de cada uno de nosotros, de constituirnos en un cuerpo cívico y político para nuestro mejor ordenamiento y preservación, y para mejor perseguir los fines mencionados antes; en consecuencia, de establecer, constituir y formular leyes, reglamentos, actas, constituciones y disposiciones tan justos e igualitarios... como sea considerado apto y conveniente para el bien general de la colonia, a los que prometemos la debida sumisión y obediencia. Como testimonio firmamos aquí abajo nuestros nombres, en Cape Cod, el 11 de noviembre del año dieciocho del reinado de nuestro señor soberano el Rey Jaime sobre Inglaterra, Francia e Irlanda, y cincuenta y cuatro sobre Escocia. Anno Domini 1620. |
De forma similar se fueron organizando las trece colonias originales a lo largo de 126 años, aunque no todas siguieron el esquema de compañías comerciales. También se dieron casos en los que el rey autorizaba la colonización a una persona que fungía como propietario de ella. Tal fue el caso, por ejemplo, de la fundación de Maryland. El rey dio el derecho de colonización a Lord Baltimore y a sus herederos, y los autorizó a gobernar la zona según les pareciera conveniente, con la condición de que las leyes del lugar contaran con "el consejo, el asentimiento y la aprobación de los hombres libres... o de sus delegados".
En Inglaterra, la Cámara de los Comunes (House of Commons) luchaba por ponerle límites al rey y en 1628 lo forzó a aceptar la "Petición de Derecho" por la que se le prohibía imponer ciertos impuestos sin la aprobación de la Cámara y encarcelar a personas sin el debido proceso. Fue el período de la Gran Migración en la que más de 16.000 puritanos se marcharon a Massachusetts para escapar de un gobierno arbitrario. Cierto es que el grupo original de puritanos organizado por la "Massachusetts Bay Company" y fundador de Massachusetts, no pretendía formar una democracia sino establecer en el Nuevo Mundo "un baluarte contra el reino del Anti-Cristo"; al principio sólo los dueños de acciones de la compañía tomaban las decisiones de su gobierno; poco después se aceptó cierta participación de otros, siempre y cuando fueran puritanos. Sin embargo, con el crecer de la colonia, fueron surgiendo pequeñas ciudades que decidían por sí mismas los asuntos locales en reuniones de los habitantes libres y, después, obtuvieron el derecho de enviar delegados a las reuniones de la Corte General de la compañía.
Cuando hablamos de los antiguos griegos, vimos que ellos tenían un hondo sentido de la libertad y del valor del individuo y, por eso, llegaron poco a poco al autogobierno. Los ingleses que se asientan en América del Norte traen arraigado ese mismo sentido, pero con algo más. Los hombres ya han descubierto que autogobernarse políticamente no puede significar estar todos juntos tomando todas las decisiones: hay otros asuntos que atender, además de los políticos. Es necesario, pues, autogobernarse por representación . Por ello, los pobladores de los Estados Unidos delegaron parte de su autonomía en gobernadores y asistentes. Ahora bien, delegar autonomía no es nombrar un dictador, sino a un representante de la voluntad general expresada en la opinión de la mayoría. Por ello, los gobernadores y asistentes que nombraban no quedaban libres para gobernar según su capricho, sino que debían hacerlo de acuerdo a leyes y normas aprobadas por todos o por delegados de todos.
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Interés por una ley superior
Ya existía la convicción de que no bastaba participar en la nominación de las autoridades y en la formulación de las leyes. Era necesario reconocer la existencia de una ley superior que encauza y limita las decisiones de cada persona y las decisiones que tomen todos juntos. La falta de esa creencia había sido la causa principal del fracaso de la democracia ateniense.
Algunos habitantes de Massachusetts se fueron al valle del río Connecticut y fundaron los poblados de Hartford, Windsor y Wethersfield, bajo el liderato de Thomas Hooker, quien sostenía que "el fundamento de la autoridad consiste principalmente en el libre consentimiento del pueblo". Siguiendo esta idea, representantes de esas ciudades se juntaron en Hartford, en 1639, y se dieron una constitución que llamaron "Ordenes fundamentales". Una de esas órdenes era tener un gobernador, un vicegobernador y asistentes, todos ellos electos por los hombres libres cada año.
La ley común inglesa y la Biblia, guiaban a los magistrados en la administración de justicia en Massachusetts, pero algunos magistrados no estaban muy claros de cuáles eran los principios de la ley común y pidieron que se preparase un código de leyes para que todas las personas pudieran conocerlas. En 1641 quedó establecido el código llamado "Cuerpo de Libertades".
Búsqueda de libertad de religión
Muchos de los que se lanzaron a la aventura de hacer su vida en América del Norte huían de la persecución religiosa en su país. Ya mencionamos los casos de los puritanos, pero también cuáqueros y católicos abandonaron Inglaterra para tener en América un lugar donde les fuera posible practicar su religión en libertad.
Los cuáqueros, secta protestante fundada en Inglaterra por George Fox, juzgaban innecesaria la función de los predicadores y ministros porque el Espíritu Santo educaba y guiaba a los cristianos desde dentro de ellos mismos. El Rey Carlos II había contraído una deuda con su amigo el Almirante Sir William Penn por una cantidad equivalente a $80.000 y, al morir el Almirante, quedó de acreedor su hijo, de nombre también William, quien se había convertido a las creencias de los cuáqueros. El rey decidió pagar la deuda con tierras en América y ofreció a Penn una gran extensión al oeste del río Delaware. William vio en ello la oportunidad de dar a sus hermanos un lugar donde podrían practicar sus creencias sin ser perseguidos. Así nació Pennsylvania (Bosques de Penn) en 1681.
Los sacerdotes católicos habían sido expulsados de Inglaterra, a los fieles católicos no se les permitía tener su propio culto y se les multaba por no asistir a las ceremonias de la Iglesia de Inglaterra. Además, se negaba a los católicos el derecho de votar. Lord Baltimore colonizó Maryland (Tierra de María) con la idea de ofrecer a sus hermanos católicos un lugar sin persecución. Su gobierno de la colonia fue tan respetuoso de las otras religiones que, diez años después de iniciada, vivían en ella más protestantes que católicos.
Se comprende entonces por qué, aunque se dieron disputas y tensiones de origen religioso, la tolerancia de diversidad de religiones, la creencia en la libertad de culto y en la conveniencia de separar iglesia y estado, fueron desarrollándose y echando raíces en la cultura política del período colonial de Estados Unidos. La separación de lo religioso y de lo político tuvo otro efecto: desacralizó lo político, desvistió a las autoridades políticas del manto religioso con que pretendían cubrirse en otras partes.
Apertura hacia otros pueblos y culturas
Sobretodo después de 1680, un gran número de inmigrantes llegó de Alemania, Irlanda, Escocia, Suiza y Francia. Casi todos lo hicieron para escapar de la pobreza en que vivían. En 1690 había un cuarto de millón de habitantes. A partir de entonces, la población se fue duplicando cada 25 años y en 1775 sobrepasó los dos millones y medio. Aunque los no ingleses adoptaron la lengua y las leyes inglesas, el resultado fue una cultura nueva, mezcla de la inglesa y de las otras culturas europeas, mezcla condicionada también por el medio ambiente en que habitaban.
Michel-Guillaume Jean de Crevecoeur, miembro de una familia noble francesa, después de haber servido en el ejército francés en Canadá, visitó las colonias inglesas en 1759, viajó extensamente a través de ellas, contrajo matrimonio con una muchacha del lugar y decidió quedarse en Nueva York dedicado a la agricultura. Reflexionó y escribió sobre ese acontecimiento humano nuevo del que era testigo y del que se había hecho parte, y llegó a la conclusión de que la apertura hacia otros pueblos y culturas, en el nuevo medio ambiente, estaba dando como resultado el surgimiento de una cultura nueva, de un nuevo modo de ser hombre.
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¿Quién es "el americano, este hombre nuevo"? "¿De dónde vino toda esta gente? Son una mezcla de ingleses, escoceses, irlandeses, franceses, holandeses, alemanes y suizos. De este promiscuo entrecruzamiento ha salido la raza que hoy llamamos americana. Los pobres de Europa se han juntado en este gran asilo americano... ¿Qué sentido tiene que se pregunten unos a otros de dónde son? Dos tercios de ellos no tienen país. ¿Puede un infeliz que deambula de un lado a otro, trabaja y no come, cuya vida es una escena continua de dolorosa aflicción y penuria, decir que su país es Inglaterra o cualquiera de los otros reinos? Un país sin pan para él, con campos que no le daban cosecha, en el que no encontraba nada más que el encogerse de hombros de los ricos, la severidad de las leyes, la cárcel y los castigos... Todo ha ayudado a regenerarlos aquí: nuevas leyes, un modo nuevo de vivir, un nuevo sistema social. Aquí han llegado a ser hombres... Antes no estaban en ninguna lista civil de su país, excepto la de los pobres. Aquí se cuentan entre los ciudadanos. ¿Con qué invisibles poderes se ha llevado a efecto esta sorprendente metamorfosis? Con los de las leyes y los de su propia industria. Las leyes, las indulgentes leyes, los protegieron al sólo llegar y les estamparon el símbolo de la adopción. Su trabajo les rinde con amplitud y ese rendimiento acumulado les hace posible adquirir tierras, las tierras les dan el título de hombres libres y a ese título están adscritos todos los beneficios que el hombre puede requerir. ¿Qué es, pues, el americano, este hombre nuevo? O es europeo o es descendiente de europeos. De ahí la extraña mezcla de sangres que sólo en este país se encuentra. Yo podría señalarte una familia cuyo abuelo era inglés, su esposa era holandesa, su hijo casó con una francesa y los cuatro nietos tienen esposas de diferentes nacionalidades. Es un americano quien, dejando atrás sus viejos prejuicios y maneras, recibe otros nuevos del nuevo modo de vida que ha abrazado, del nuevo gobierno al que obedece y de la nueva posición que tiene... Individuos de todas las naciones se funden aquí en una nueva raza de hombres cuyo empeño y posteridad será, algún día, causa de grandes cambios en el mundo. Los americanos son los peregrinos del oeste que llevan consigo el gran acopio de artes, ciencias, vigor e industria que se inició desde hace mucho tiempo en el este. Ellos terminarán el gran círculo... Su trabajo se fundamenta en la base de la naturaleza, el interés propio; ¿puede querer una motivación mayor? Esposas e hijos, que antes en vano pedían un mendrugo de pan, ...ahora ayudan gustosamente al padre a limpiar los campos de donde saldrá la exuberante cosecha que los alimentará y vestirá, sin que un príncipe despótico o rico abad o señor poderoso les quite nada. Aquí la religión pide poco de él: un pequeño salario voluntario para el ministro y gratitud para con Dios. ¿Puede decir que no? El americano es un hombre nuevo que actúa con nuevos principios..." Michel-Guillaume Jean de Crevecoeur, Letters from an American Farmer (1782) |
Sin embargo, esta hermosa apertura hacia otros pueblos y costumbres fue simultánea con una triste y lamentable ceguedad —endémica en su tiempo— para con la dignidad y derechos de los que ya habitaban en el lugar al que ellos estaban llegado y de los que también estaban llegando a las misma costas traídos como esclavos. Esos europeos o descendientes de europeos, fundidos en el "hombre nuevo" del que habla Crevecoeur, no tuvieron la capacidad espiritual de ver que también ellos merecían el respeto que corresponde a todo ser humano y, por tanto, había que tratar de incluirlos en la nueva convivencia que estaban inventando.
De alguna forma lo comprendían, porque, como ya vimos, se esperaba de los primeros asentamientos que comunicaran el cristianismo a los nativos. Además, muchos colonos tuvieron buenas relaciones con los indígenas y los respetaron. William Penn compraba la tierra a los indios para desarrollar Pennsylvania. Roger Williams fue expulsado de la colonia de Massachusetts, en 1636, no sólo porque defendía la separación de iglesia y estado frente a los puritanos, sino también porque sostenía que el gobierno inglés no tenía derecho de quitar tierra a los indios y dársela a los colonos. Thomas Phillips, capitán del barco de treinta y seis cañones, Hannibal, que comerciaba con esclavos del África Occidental, comentando que otros le recomendaban cortar los brazos y piernas de los que se rebelaban, escribió en 1694: "no pudieron persuadirme ni siquiera a considerar y mucho menos a poner en práctica tales barbaridades y crueldades con pobres creaturas que... son tan obra de las manos de Dios y tan queridos por El como nosotros mismos...".(1)
Pero, como acontece frecuentemente, la verdad quedó nublada por la conveniencia: la tierra del nuevo continente "era para los europeos" que habían llegado allí huyendo del viejo continente. Algo semejante, aunque no igual, ocurrió en la colonización de América Latina. Es un mal que viene de lejos: recordemos que Platón y Aristóteles juzgaron aceptable que los griegos sometiesen por la fuerza a los "bárbaros"; un mal que todavía hoy no ha sido superado enteramente por la visión cristiana de la dignidad de todo ser humano.
Consciencia de la primacía del trabajo
El trabajo del hombre consiste en transformar —en ir transformando— la Creación, para que satisfaga mejor nuestras cambiantes necesidades.
Este trabajo, este esfuerzo físico y mental, es nuestra gran contribución a la plenitud de la Creación.
Pareciera que, para aquellos colonos de América del Norte, trabajar era ser hombre; como si no supieran ser ellos si otro hacía "su" trabajo por ellos.
Además, pareciera que para aquellas mujeres y aquellos varones, ser era ser familia: darle casa a la familia, alimentar a la familia, vestirla, sanarla, educarla, cuidarla, defenderla, y la familia incluía a los abuelos, tal vez también a las hermanas o hermanos de los abuelos, a las esposas o esposos de lo hijos, y a los hijos de los hijos.
Sigue siendo sorprendente que, para todas aquellas personas, auto-gobernarse fuese tan importante como comer, porque autogobernarse no era más que uno de sus trabajos. Tan importante como satisfacer sus necesidades económicas —que son más bien necesidades del cuerpo— era satisfacer sus necesidades políticas —que son más bien necesidades del espíritu.
En cierto momento, el gobierno de Inglaterra estableció unas leyes que, de hecho, impedían el normal desarrollo de la industria en las colonias. ¿Qué buscaba el gobierno inglés? Recibir el producto del trabajo en las colonias como materia prima para poder procesarlo en Inglaterra y quedarse con la ganancia de manufacturarlo. ¿Cómo recibieron los colonos esta ley? Como un menosprecio de la importancia que ellos daban a "su" trabajo y, por eso, fue otra causa del malestar en las colonias.
Consciencia de la importancia de la educación
Si todos los ciudadanos eran responsables de encontrar solución a los problemas políticos y económicos, el de la educación también era tarea de todos.
Aunque la primera escuela de Virginia fue destruida por los indios en 1622, fueron las colonias de Nueva Inglaterra las que dieron ejemplo de apoyo público a la educación. En 1642, la Corte General de Massachusetts señaló que "muchos padres descuidaban la preparación de los niños para el aprendizaje y el trabajo... especialmente su habilidad para leer y entender los principios de la religión y las leyes capitales del país". Cinco años más tarde estableció por ley que todos los poblados de más de cincuenta familias tuviesen escuela y maestro (el sueldo del maestro podían pagarlo los padres de familia o la comunidad en general); los poblados de más de cien familias debían tener una escuela más avanzada, capaz de preparar a los jóvenes para estudios superiores.
Se fueron estableciendo centros de estudios superiores ahora mundialmente famosos: Harvard, en el este de Massachusetts (1636); William and Mary, en Virginia (1693); Yale, en Connecticut (1701); Princeton, en New Jersey (1746); University of Pennsylvania, en Philadelphia (1740); King's College (hoy Columbia), en New York (1754); Rhode Island College (hoy Brown), en Rhode Island (1764); Dartmouth, en New Hampshire (1769); Williams, en el oeste de Massachusetts (1793).
Sentido de unión sin perder autonomía
En 1643, las colonias de la Bahía de Massachusetts, Plymouth, Connecticut y New Haven formaron la Confederación de Nueva Inglaterra con el propósito de proteger sus intereses comunes. Aunque el caso es único, apunta a un sentido de unión sin perder autonomía o, dicho de otra forma, un sentido más avanzado de gobierno representativo, que nos pone en camino de la futura gran unión.
Hubo otro intento cuando se acercaba la guerra entre Francia e Inglaterra en territorio americano. Representantes de New Hampshire, Massachusetts, New York, Pennsylvania, Maryland, Rhode Island y Connecticut se reunieron en Albany junto con representantes indios para tratar asuntos de defensa común y propusieron crear una unión de las colonias. El proyecto, escrito por Benjamin Franklin, hablaba de un consejo escogido por las asambleas coloniales que podía dictar leyes a todas las colonias, y de un "Presidente-General", nombrado por el rey, a cargo del gobierno ejecutivo y con poder de veto sobre las leyes del Consejo. Ni las colonias ni el rey aprobaron la iniciativa.
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El camino a la independencia
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Durante la primera mitad del siglo XVII el gobierno inglés estaba demasiado ocupado con sus propios problemas como para prestar mayor atención a las colonias en América, por lo que estas se fueron haciendo y desarrollando con bastante independencia. Pero, al subir al trono Carlos II (1660), la situación comenzó a cambiar: el gobierno inglés quería tener control efectivo sobre las colonias para asegurar el beneficio que de ellas esperaba. Se juzgó conveniente, entonces, cambiarles el status legal a las colonias, de compañías comerciales privadas convertirlas a "colonias reales", pues sólo así podría el rey nombrar a sus gobernadores. Fue el comienzo de una larga lucha entre el gobierno inglés que buscaba mejorar el control de su imperio y los colonos que buscaban mantener su autogobierno.
La guerra entre Inglaterra y Francia fue para los colonos un conflicto entre dos imperios y no sintieron obligación de cooperar en ella ni tuvieron remordimientos cuando el gobierno inglés tuvo que enviar tropas desde Inglaterra para las batallas en las colonias.
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Franklin argumenta contra la Ley de Timbres (1766) Los colonos aceptaban que sus propias asambleas estableciesen impuestos a actividades internas de las colonias. También aceptaban que el Parlamento inglés estableciera impuestos a su comercio con Inglaterra. Pero negaban que ese Parlamento tuviese autoridad para establecer impuestos a las actividades internas coloniales porque las colonias no tenían representantes en esa agencia del gobierno inglés. Benjamin Franklin, agente de las colonias en Londres, compareció ante un comité de la Cámara de los Comunes.
P. ¿Cuál es su nombre y domicilio? R. Franklin, de Filadelfia. P. ¿Pagan los Americanos impuestos internos considerables? R. Muchos y muy altos. P. ¿No son todos personas muy capaces de pagar esos impuestos? R. No. Los asentamientos de penetración a lo largo del continente, empobrecidos y frecuentemente destruidos por el enemigo, apenas pueden pagar impuestos... P. ¿No facilitan las circunstancias de las colonias el pago de los timbres? R. En mi opinión no hay en las colonias ni oro ni plata suficiente para pagar los timbres de un año. P. ¿No sabía usted que el dinero recaudado de los timbres era para ser usado en América? R. Sé que está asignado por la ley a América; pero será gastado en las colonias conquistadas donde se encuentran los soldados, no en las colonias que pagan el impuesto. P. ¿Le parece correcto que América sea protegida por este país y no ayude a cubrir el gasto? R. Ese no es el caso. Las colonias enlistaron, vistieron y pagaron unos 25,000 hombres durante la ultima guerra, y eso costó muchos millones. P. ¿Cree que el pueblo de América aceptaría el impuesto de timbres si fuese moderado? R. No, nunca, a no ser que lo obliguen con la fuerza de las armas... P. ¿Antes de 1763, se pensaba en América que el Parlamento no tenia derecho de imponer impuestos y aranceles allí? R. Nunca escuché objeción al derecho de imponer aranceles para regular el comercio; pero nunca se le ha reconocido al Parlamento el derecho de poner impuestos internos, porque no estamos representados en él... P. ¿Cómo podemos obtener el cumplimiento de la Ley de Timbres sin enviar una fuerza militar? R. No sé de qué sirva una fuerza militar en este caso. P. ¿Por qué no? R. Supongamos que mandan una fuerza militar a América; encontrarán que nadie está en armas; ¿qué hará entonces? No encontrarán una rebelión; lo que sí harán es crearla. P. ¿Cuáles serán las consecuencias si no suspendemos la ley? R. Total pérdida del respeto y afecto que el pueblo americano tiene para con este país, y del comercio que depende de ese respeto y de ese afecto. P. ¿No hay forma de hacerlos cambiar de opinión? R. No que yo sepa; nunca lo harán, a no ser por la fuerza de las armas.P. ¿Hay algún poder en la tierra que los haga cambiar de parecer? R. Ningún poder, por grande que sea, puede forzar al hombre a cambiar sus opiniones... |
Pasada la guerra, los territorios británicos en América eran el doble de los de antes. Administrarlos significaba mayores gastos. Al gobierno inglés le pareció que era apropiado poner nuevos impuestos a los colonos. Éstos respondieron que esos impuestos no eran aceptables porque ellos no tenían representación en el Parlamento: la tradición inglesa enseñaba que se podían poner impuestos solo a sectores de la población con representación en el Parlamento. Sin embargo, el Parlamento aprobó la Ley de Timbres. Hubo manifestaciones y revueltas en las colonias. Las tensiones subieron de nivel cuando, en 1773, la poderosa East India Company consiguió el monopolio de la exportación de té. El 16 de diciembre de ese año un grupo de colonos asaltó tres barcos cargados de té, anclados en el puerto de Boston, y tiró el té al mar. El Parlamento inglés respondió con nuevas leyes a las que los colonos dieron el nombre de Leyes de Coerción.
Delegados de las colonias se reunieron en Filadelfia, en septiembre de 1774, "con el fin de examinar la desafortunada situación actual de las colonias". A esta reunión se la conoce, en la historia de los Estados Unidos, como Primer Congreso Continental. De él salieron tres decisiones: a) no obedecer las Leyes de Coerción; b) dirigir al pueblo de Inglaterra una "Declaración de Derechos y Agravios"; c) formar una asociación encargada de promover el boicot comercial contra Inglaterra, publicar los nombres de los que violaban el boicot y confiscar sus importaciones. Iba ganando terreno la animadversión contra Inglaterra.
En Lexington, cerca de Boston, un tiroteo entre colonos armados y una columna del ejército inglés, dejó ocho norteamericanos muertos. Poco después hubo otro enfrentamiento en Concord. Primera sangre de la guerra de independencia. A lo largo del camino de regreso a Boston, la columna inglesa fue blanco de disparos desde promontorios. La noticia se esparció por todas partes. Era abril de 1775.
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¿Por qué Lexington y Concord? Muchos años después del derramamiento de sangre en Lexington y Concord, Mellen Chamberlain, prominente abogado, político, historiador y bibliotecario de Massachusetts, publicó la siguiente relación de una conversación que tuvo con Levi Preston, veterano de aquel enfrentamiento. "Capitán Preston, ¿por qué fue a la batalla de Concord del 19 de abril de 1775?" El anciano, doblado bajo el peso de los años, se irguió y, volviéndose hacia mi, dijo, "¿Qué por qué fui?" "Sí", le contesté; "tengo entendido que ustedes, los hombres de la Revolución, se levantaron contra opresiones intolerables. ¿Cuáles eran?" "¿Opresiones? Nunca las sentí." "¿Cómo? ¿No lo oprimía la Ley de Timbres?" "Nunca vi ni uno de esos sellos. Y puedo asegurarle que nunca pague un centavo por ellos." "Y entonces, ¿que me dice del impuesto del té? "¿Qué ley del té? Nunca bebí ni una gota de esa cosa. Además, los muchachos lo tiraron todo al mar." "Entonces me he de suponer que usted estaba leyendo a Harrington o Sidney y Locke sobre los eternos principios de la libertad." "Jamás he oído de ellos. Nosotros leíamos sólo la Biblia, el catecismo, el librito de salmos y cánticos de Watts, y el almanaque." "¿Entonces cuál era el problema? ¿Y cuál fue la razón de ir a la batalla?" "Joven, lo que nosotros quisimos decir al ir a atacar a esos Chaquetas Rojas fue esto: siempre nos habíamos gobernado nosotros mismos, y queríamos seguir haciéndolo. Ellos no querían que lo hiciéramos." |
El 10 de mayo se inicia el Segundo Congreso Continental en Filadelfia. Se discute un documento titulado "Causas y necesidad de levantarse en armas". El documento decía: "Nuestra causa es justa. Nuestra unión es perfecta. Nuestros recursos internos son grandes y, si es necesario, no cabe duda de que se puede obtener ayuda del extranjero... Las armas que nuestros enemigos nos han obligado a empuñar, serán... usadas para la conservación de nuestras libertades, pues estamos determinados a morir libres antes que a vivir en la esclavitud." Mientras se está discutiendo el documento, el congreso nombra al coronel George Washington, de Virginia, comandante de las fuerzas de las colonias. La guerra comenzó y siguió por un año, sin que las colonias hubiesen tomado la decisión de independizarse de Inglaterra.
Había muchos indecisos, aunque cada vez iban siendo menos. El librito de cincuenta páginas de Thomas Paine, titulado Sentido Común(2), convencía a muchos. El Congreso Continental había resuelto no decidir sobre la independencia sin tener instrucciones explícitas de las colonias. Recibidas éstas, se tomó la decisión y se designó un comité, presidido por Thomas Jefferson, también de Virginia, para redactar la declaración formal. La Declaración de Independencia fue aprobada el 4 de julio de 1776.
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Ideas fundamentales de la Declaración de Independencia "Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales; que a todos les confiere su Creador ciertos derecho inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos los hombres instituyen gobiernos que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno tienda a destruir esos fines, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, a instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio garantice mejor su seguridad y su felicidad." |
El documento, más que un simple aviso de separación, fue una afirmación de creencias y valores fundamentales para la libertad y la democracia. Su formulación —brillante por concisa y clara— fue obra de Jefferson, pero el contenido respondía al modo de pensar y a las aspiraciones de la mayoría de los colonos.
La guerra revolucionaria duró más de siete años y se luchó en todas las colonias. Los colonos sufrieron severos reveses durante ella. En 1780 el rey francés, Luis XVI, les envió una fuerza de 6.000 hombres al mando del Conde de Rochambeau. Además, la flota francesa dificultaba a los ingleses el envío de provisiones. La última batalla la dieron conjuntamente Washington y Rochambeau.
En 1782, la Cámara de los Comunes inglesa decidió poner fin a la guerra y se iniciaron las conversaciones de paz. El tratado de paz, firmado en 1783, reconocía la independencia de los 13 estados.
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George Washington
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El Primer Congreso Continental había recomendado a las colonias formar gobiernos nuevos "capaces de proporcionar felicidad y seguridad a sus ciudadanos". Un año antes de la firma de la Declaración de Independencia, casi todas las colonias se habían dado una constitución. La de Virginia, que sirvió de modelo, incluía una declaración de principios tales como la soberanía del pueblo, elecciones libres, alternabilidad en los puestos públicos, juicio eficiente y rápido por un jurado, libertad de conciencia y libertad de prensa, el derecho de la mayoría a reformar el gobierno, etc. Otros estados añadieron nuevos derechos, como el de libertad de reunión y de petición, el de habeas corpus, el de la inviolabilidad del domicilio. Todas las constituciones dividían el gobierno en cuerpos legislativos, ejecutivos y judiciales.
Pero había problemas entre las colonias. Unas habían reclamado para sí grandes extensiones de tierra y las otras argüían que tal riqueza debía distribuirse equitativamente. Maryland proponía que las tierras del oeste fuesen consideradas propiedad común y que el Congreso hiciese la distribución. Existían también disputas sobre las fronteras entre ellas. Los tribunales de un lugar contradecían a los de otro. Se emitían leyes arancelarias que perjudicaban a los vecinos: por ejemplo, los habitantes de New Jersey no podían atravesar el río Hudson para vender legumbres en New York sin pagar derechos de entrada. Algunos estados comenzaron a hacer negociaciones con otros países. Nueve tenían ejército propio. Había una confusa variedad de monedas. La guerra había causado grandes problemas económicos. Los tribunales estaban abarrotados de demandas por deudas no pagadas. Granjeros de Massachusetts impedían por la fuerza las sesiones de los tribunales de justicia. Aunque los estados ya tenían los "Artículos de Confederación" preparados por el Congreso Continental y ratificados por todos los estados en 1781, los instrumentos de unión política de que disponían eran insuficientes para resolver los conflictos.
Para atender uno de ellos —el de la disputa entre Maryland y Virginia sobre los derechos de navegación en el río Potomac— estaban reunidos, en Annapolis, en 1786, delegados de cinco estados. Alexander Hamilton les hizo ver que el problema que trataban de resolver estaba ligado a otros de mayor trascendencia cuya solución requería la presencia de representantes de todos los estados. Propusieron, entonces, una convención para mayo del siguiente año, con el propósito de revisar los Artículos de Confederación. Hubo dudas y protestas, pero la noticia de que George Washington había sido designado para participar por Virginia, calmó las inquietudes. El extraordinario carisma de George Washington daba legitimidad a lo que se estaba haciendo.
¿De dónde le viene a un pueblo o a una nación su sentido de identidad y de legitimidad? En una conferencia en La Sorbona, en 1882, unos cien años después de los hechos de que ahora hablamos, el pensador francés Ernest Renan expuso que lo que hace a un pueblo o a una nación es haber hecho juntos grandes hazañas en el pasado y querer seguirlas haciendo en el futuro, de ahí que la permanencia de una nación sea un plebiscito diario.(3) La romántica y entusiasmante imagen de hazañas del pasado y del plebiscito diario, no se amolda bien a la realidad de los colonos de América del Norte de cien años antes, porque no era su pasado lo que podía unirlos, sino su futuro. Hay algo en el hombre que lo hace mirar preferentemente al futuro, sobre todo cuando ha logrado saber vivir como hombre. Los colonos de la América del Norte miraban hacia el futuro porque habían heredado una cultura política que les permitía soñar con un modo mejor de vida política. Aunque sabían que aún no existía ese modo mejor, creían que tal vez era inventable, que tal vez ellos podían inventarlo. ¿Qué les daba valor para esa hazaña futura? ¿Qué les daba esperanza al soñarla? Parece que fue el ejemplo de uno de ellos, el ejemplo de un colono de Virginia, el ejemplo de su modo de ser hombre, el ejemplo de George Washington, colono.
Uno de sus biógrafos nos habla de cómo lo veían sus contemporáneos: "...el primero en la guerra, el primero en la paz y el primero en el corazón de sus conciudadanos... Era el héroe nativo por excelencia, creación necesaria para un nuevo país... De allí... el comentario... de un viajero europeo en 1815: 'Como nosotros tenemos imágenes de los santos de Dios, todo americano siente que es un deber sagrado tener una imagen de Washington en su casa'. Para los Estados Unidos él era fundador y vindicador, santo patrón y defensor de la fe... Carlomagno, Santa Juana de Arco y Napoleón Bonaparte en una sola persona... Ya en 1775 (24 años antes de su muerte) se bautizaba a niños con su nombre... Sus contemporáneos competían en rendirle honores, tratando todos de expresar la idea de que había algo de sobrehumano en George Washington".(4)
Y un viajero francés, que acompañó a De Tocqueville en su visita a los Estados Unidos en 1830, escribió: "No busques en los Estados Unidos monumentos en memoria de sus hombres ilustres. Sé que esta gente tiene sus héroes, pero en ninguna parte encontré sus estatuas. Allí sólo Washington tiene bustos, placas y columnas, porque en los Estados Unidos Washington no es un hombre sino un dios".(5)
Como ha sucedido con otros dirigentes carismáticos, personas cercanas a él trataron de conseguir que se convirtiera en autócrata. Pero Washington creía muy seriamente en los principios de un gobierno constitucional, y tuvo la inteligencia de comprender cuál era su función en el nacimiento de la nueva democracia: darle tiempo al plan, darle tiempo al establecimiento del nuevo modo de unión política, darle tiempo al eraizamiento de un gobierno de hombres bajo la ley.
Lo dijo en su discurso de despedida: "como con otras instituciones humanas, se requiere de tiempo y de hábitos para fijar el verdadero carácter de un gobierno... Un móvil predominante en mí ha sido tratar de hacer tiempo para que se asienten y maduren en nuestro país sus recientes instituciones, para que avancen incesantemente hacia la solidez y fuerza necesarias para tener el comando de su propio destino".
Al parecer, hubiera querido retirarse al terminar su primer período como presidente, pero el conflicto surgido entre sus dos principales colaboradores, Hamilton y Jefferson, no se lo permitió. Ante las urgentes solicitudes de muchos, incluidos los propios Hamilton y Jefferson, aceptó servir durante un segundo período. Terminado este, sin embargo, se retira cuando su carisma aún le permitía seguir. Tal ejemplo impulsó a la ciudadanía hacia una más honda aceptación del nuevo sistema que habían inventado. El primer conflicto de sucesión, entre John Adams y Jefferson, se dio siendo él todavía presidente, y le permitió sentar el precedente de entregar el gobierno a un sucesor debidamente electo. Si hubiese seguido de presidente hasta su muerte, la subsiguiente sucesión de presidente hubiese sido menos fácil.(6)
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Su constitución
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Los delegados a la Convención Constitucional iniciaron sus sesiones en Filadelfia el 25 de mayo de 1787 y escogieron a George Washington para presidirla. Pronto comprendieron que la tarea encomendada a ellos era más que la mera revisión de los "Artículos de Confederación"; pronto comprendieron que su verdadero reto era inventar una nueva forma de gobierno que confirmase y protegiese todo lo bueno desarrollado durante la colonia y evitase los males experimentados antes y después de la independencia.
La experiencia como colonias les había enseñado los peligros de cualquier gobierno central, no solo el de la Corona Inglesa. Los pocos años de vida independiente les habían mostrado las limitaciones de ser estados separados, independientes. ¿Cómo dar al gobierno central un poder superior al de los estados sin perder libertad y autonomía a nivel local? ¿Cómo tratar la representatividad de los estados ante el gobierno central? ¿Tendría cada estado igual número de representantes o el número de éstos debía fijarse en proporción al número de habitantes de cada estado? Los estados poco poblados defendían la igualdad y los muy poblados la proporcionalidad.
Dar una respuesta común —respuesta de todos— a cada uno de los asuntos, era posible si las diversas partes o facciones transaban entre sí, cedían las unas a las otras parte de sus posiciones. A no ser que se comience de posiciones e intereses iguales, es imposible hacer una unión política en libertad sin transar, sin ceder recíprocamente. Eso fue lo que hicieron los delegados reunidos en Filadelfia; el resultado fue que lograron darse un modo de gobierno enteramente nuevo y diferente.
Autor: "Nosotros, el pueblo..."
Esta constitución no fue ley en 1787, cuando los ciudadanos delegados de los seis estados terminaron de pensarla, escribirla y firmarla, sino en 1788, cuando los ciudadanos de los seis estados la aceptaron y ratificaron. Todos ellos eran la autoridad suprema.
¿Qué creían los delegados que querían los ciudadanos? ¿Qué buscaban? ¿Cuáles eran los objetivos? No necesitaron palabras académicas, grandilocuentes, para decirlo.Usaron palabras llanas, sencillas, de la vida diaria.
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"Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, formar una unión más perfecta,
para nosotros mismos y para nuestros descendientes, |
El pueblo delega poderes y los limita
El Congreso de los Estados Unidos —su poder legislativo— podrá legislar para toda la unión porque así lo autoriza el pueblo. Su poder será superior al de los estados: "Esta Constitución y las leyes de los Estados Unidos que de ella dimanen, y todos los tratados que se celebren o que vayan a celebrarse bajo la autoridad de los Estados Unidos, constituirán la ley suprema de la nación, y los jueces de todos los estados tendrán obligación de acatarla, a pesar de cualquier disposición contraria que pudiera estar contenida en la constitución o en las leyes de cualquier estado".(7)
Pero ¿cuál es el alcance de esta autorización?
Las colonias habían reconocido que el Parlamento inglés tenia autoridad para legislar en asuntos generales o del imperio, pero no en asuntos internos de cada lugar. Ahora, esta constitución da al Congreso autoridad para legislar en asuntos de la federación, pero deja a a cada estado la autoridad para lo que es interno de cada estado.
Frente a la insistencia británica de que su Parlamento tenía derecho de promulgar cualquier ley, los colonos habían sostenido una y otra vez que los poderes del Parlamento tenían límites. En 1760, James Otis, representando a los comerciantes de Boston, había argumentado, en un elocuente discurso, que el Parlamento no tenía derecho a actos opresivos porque sus facultades estaban limitadas por la constitución inglesa, existente y vigente, aunque no escrita. Ahora, con esta constitución, que es escrita, también quedan limitados los poderes del Congreso. Quedan limitados, no por una lista de lo que NO puede hacer (que autorizaría a todo lo que no está en la lista), sino por una lista de lo que SÍ puede hacer, que no es lista de ejemplos de lo que se podría hacer, sino de actos muy específicos que los ciudadanos necesitan y esperan de su poder legislativo. La constitución, al especificar, limita al Congreso.
Este Congreso estará "compuesto de un Senado y una Cámara de Representantes". En el Senado cada estado tendrá dos senadores. En la Cámara el número de representantes será proporcional a la población de cada estado. ¿Por qué tantos legisladores? Legislar es algo que se asemeja un poco a sembrar, a diseminar, a propalar. El resultado puede ser una cosecha de grandes bienes o una plaga de grandes males. ¿No se aumenta el riesgo del mal con tantos legisladores? También se aumenta la posibilidad del bien: preferir que sean muchos los legisladores puede ser una apuesta al hombre, a los hombres, porque los hombres fueron hechos capaces de entender lo que es bueno y capaces de buscar y atinar con el bien. Muy pronto encontraremos en este libro otra apuesta parecida a ésta.
Un ejemplo concreto de los bienes que pueden traernos muchos legisladores es que aumenta la probabilidad de que los estados estén todos bien representados. Otro ejemplo concreto es que disminuye la probabilidad de que alguien, con engaño o por la fuerza, consiga que los otros voten a favor de lo que no es el bien de la comunidad.
Separación de poderes. Contrapesos entre los poderes.
La Constitución separa al poder ejecutivo del poder legislativo, y al poder judicial de los poderes legislativo y ejecutivo.
El poder ejecutivo está depositado enteramente en una sola persona: el presidente. Éste, al aceptar el trabajo, jura (no olvidemos que, en las civilizaciones que históricamente vienen de lo que se conoce como La Cristiandad, la forma más fuerte, más solemne y más comprometedora de afirmar algo, es jurar).
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El juramento del presidente> "Juro solemnemente que desempeñaré legalmente el cargo de Presidente de los Estados Unidos y que sostendré, protegeré y defenderé la Constitución de los Estados Unidos, empleando en ello el máximo de mis facultades."(8) |
El poder del presidente incluye: a) ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y de la milicia de los diversos estados cuando son llamadas a servicio activo de los Estados Unidos; b) solicitar opinión escrita del funcionario principal de cada uno de los departamentos administrativos; c) celebrar tratados, con el consejo y consentimiento del senado; d) nombrar a los embajadores, a los cónsules, y a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, con el consejo y consentimiento del senado, d) informar periódicamente al Congreso sobre el estado de la Unión.
¿Cómo se elige el presidente? En la mente de los delegados a la convención constitucional, escoger al presidente —escogerlo de entre todos los habitantes de todos los estados— era un deber político que presuponía extremada experiencia y sabiduría para acertar, y extremada cautela para no equivocarse. Decidieron que no podía ser por votación directa de todos los ciudadanos, como habían establecido para la eleción de los legisladores. ¿Cómo, entonces? Les pareció bien involucrar a los estados. ¿Que lo elijan los gobernadores de los estados? No habría separación de poderes. ¿Que lo elijan los legisladores de los estados? Tampoco, por la misma razón. La decisión final fue mantener la injerencia de los estados, pero mediante una acción intermedia: eligiendo, de entre los ciudadanos del estado, a personas capaces de comprender la trascendencia de elegir a un presidente, es decir, eligiendo a electores. (En los reinos europeos se acostumbró tener príncipes electores y en el Vaticano cardenales electores).
"Cada Estado nombrará, del modo que su legislatura disponga, un número de electores igual al total de los senadores y representantes a que el Estado tenga derecho en el Congreso, pero ningún senador, ni representante, ni persona que ocupe un empleo honorífico o remunerado de los Estado Unidos podrá ser designado como elector."
"El Congreso podrá fijar el tiempo de designación de los electores, así como el día en que deberán emitir sus votos, el cual deberá ser el mismo en todos los Estados Unidos."
"Solo las personas que sean ciudadanos por nacimiento o que hayan sido ciudadanos de los Estados Unidos al tiempo de adoptarse esta Constitución, serán elegibles para el cargo de Presidente; tampoco será elegible una persona que no haya cumplido 35 años de edad y que no haya residido 14 años en los Estados Unidos."(9)
El nombramiento del vice-presidente se hace del mismo modo porque puede llegar a ser presidente.
Antes de pasar a otro tema, ayudará recordar lo que dijeron dos ilustres autores del texto de la constitución sobre la separación y los contrapesos entre los poderes.
Jefferson.
"...luchamos por un tipo de gobierno que pueda estar cimentado sobre los principios de libertad, en el que los poderes del gobierno se dividan y equilibren... de manera que ninguno pueda pasar sus límites legales sin ser efectivamente controlado y frenado por los otros poderes."(10)
Madison.
"...la mayor seguridad contra la concentración gradual de los diversos poderes en un solo departamento reside en dotar a los que administran cada departamento de los medios constitucionales y de los móviles personales necesarios para resistir las invasiones de los demás. En este caso, como en todos, las medidas de defensa deben ser proporcionadas al riesgo que se corre con el ataque. La ambición debe ponerse en juego para contrarrestar a la ambición. El interés humano debe entrelazarse con los derechos constitucionales del puesto. Quizás pueda reprochársele a la naturaleza del hombre el que sea necesario todo esto para reprimir los abusos del gobierno. Pero, ¿qué es el gobierno si no el mayor de los reproches a la naturaleza humana? Si los hombres fuesen ángeles, el gobierno no sería necesario. Si los ángeles gobernaran a los hombres, saldrían sobrando tanto las contralorías externas como las internas del gobierno. Al organizar un gobierno que ha de ser administrado por hombres para los hombres, la gran dificultad estriba en esto: primeramente, hay que capacitar al gobierno para mandar sobre los gobernados; y luego obligarlo a que se regule a sí mismo. El hecho de depender del pueblo es, sin duda alguna, el freno primordial indispensable sobre el gobierno; pero la experiencia ha demostrado a la humanidad que se necesitan precauciones auxiliares."(11)
Una constitución mejorable
Cualquier constitución —por ser obra de hombres— es imperfecta. Lo sabían los que pensaron y redactaron ésta, por eso establecieron en ella el procedimiento para enmendarla.
La iniciativa de enmienda la tienen las dos cámaras legislativas federales: cuando dos terceras partes de ambas cámaras lo juzguen necesario, el Congreso propone las enmiendas. También tienen este poder de iniciativa las legislaturas de los estados miembros de la unión con dos terceras partes de sus votos. ¿Quién aprueba las enmiendas? Tres cuartos de los votos de la legislatura federal o de las legislaturas estatales, según el caso. Una vez aprobadas, son parte de la constitución. Las primeras diez enmiendas, conocidas como Bill of Rights, fueron aprobadas el 15 de diciembre de 1791.(12)
Ratificación de la Constitución
Después de aprobada y firmada por los delegados, la Constitución fue enviada a cada uno de los seis estados de la unión para que ellos decidieran si la ratificaban o no. Fue un año de viva discusión entre "federalistas" y "antifederalistas", como se dio en llamar a los que querían ratificarla y a los que querían cambiarla.
En el estado de New York tres personas notables —Alexander Hamilton (quien sería el secretario del Tesoro o Ministro de Hacienda de Washington), James Madison (futuro Presidente) y John Jay (ex-presidente del Congreso Continental)— se dieron a la tarea de defender por la prensa el nuevo sistema de gobierno. Sus escritos han pasado a la historia con el nombre de "The federalist papers" y se consideran fundamentales para entender la Constitución de los Estados Unidos y la nueva democracia.(13)
Muchos objetaban la Constitución porque sentían que sus derechos no estaban debidamente establecidos y garantizados. Algunos estados la ratificaron en el entendido de que muy pronto sería enmendada con una declaración de los derechos de los ciudadanos.
El 9 de marzo de 1789, el Congreso da por ratificada la constitución. Los electores, que habían sido escogidos por los estados, eligen unánimamente a George Washington presidente.
La apuesta de los "Padres Fundadores"
¿Qué pensaban, los que escribían esta constitución, de los hombres para los que la escribían?
Por herederos de la larga gestación de la que hemos hablado en este libro, sabían que todos los hombres son capaces de hacer el bien y de hacer el mal.
Por herederos de la misma gestación, querían un gobierno respetuoso de la libertad y de los derechos de las personas, es decir, no querían que el gobierno fuese el primer encargado de controlar la inclinación al mal de los hombres, porque ese gobierno pronto se pervertiría, pronto sería tiranía.
Los que pensaron y escribieron esta constitución, no querían un gobierno de lobos para lobos, querían un gobierno de hombres para hombres. Sabían que cada hombre debe ser siempre el primer encargado de controlar su propia inclinación al mal. Sabían que ser hombre es reconocer ese encargo. Sabían que ser hombre es aceptar ese encargo. Hombre es el que sonríe en paz cuando ha escogido el bien.
James Madison, cuarto presidente, hablando a la Asamblea General del estado de Virginia en 1778 dijo: "No hemos apostado todo el futuro de nuestra nación al poder del gobierno, (sino) a la capacidad de cada uno de nosotros de gobernarnos a nosotros mismos de acuerdo a los principios morales de los diez mandamientos de Dios".(14)
John Adams, primer vice-presidente y segundo presidente, en un discurso a los militares en 1798, advirtió a sus conciudadanos recordándoles lo que esperaba de ellos la Constitución: "nuestro gobierno no está equipado para lidiar con pasiones humanas que no han sido controladas por la moral y la religión. Nuestra Constitución fue hecha exclusivamente para un pueblo moral y religioso y es totalmente inadecuada para cualquier otro".(15)
Gouverneur Morris, delegado por Pennsylvania a la Convención Constitucional, miembro de su comité de estilo y de quien se cree que fue el redactor de la versión final: "Para evitar el despotismo o la anarquía, la única esperanza está en la moral del pueblo. Creo que la religión es la única base sólida de la moral y que la moral es el único soporte posible de gobiernos con libertad. La educación debe enseñar los preceptos de la religión y las obligaciones del hombre para con Dios".(16)
Se cuenta que unos ciudadanos se acercaron a Benjamin Franklin cuando salía de la Convención Constitucional y le preguntaron qué forma de gobierno iban a tener, a lo que contestó: "Una república, si la saben mantener". La palabra "república" no es griega, es romana, latina y, traducida, literalmente dice "cosa pública" (res publica). Lo público es responsabilidad de todos. La palabra griega "democracia" habla de "poder". La palabra latina "república" habla de "responsabilidad".
Repito la pregunta que hice unos pocos párrafos arriba: ¿Qué pensaban, los que escribían esta constitución, de los hombres para los que la escribían? La respuesta creo que es: Los que pensaron y escribieron esta constitución creían que sus compañeros de entonces —los que, con ellos, habían sabido auto-gobernarse primero como colonos de asentamientos y después como ciudadanos de estados independientes recién creados por ellos mismos— SÍ podían responsabilizarse de la "cosa pública" que estaban recibiendo y haciendo. En cambio, si volvemos a la respuesta de Franklin, a su "si la saben mantener", respuesta que mira al futuro y muestra preocupación, comenzamos a entender por qué James Madison habló de "apuesta".
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Su cultura política: dos comentarios
XXXDos extraordinarios pensadores franceses examinaron muy de cerca la democracia de los Estados Unidos y nos dejaron provechosos comentarios sobre ella. Provechosos porque nos ponen en la pista de la raíz de su democracia. Esa raíz no es la forma de gobierno, tampoco son raíz las leyes. La forma de gobierno y las leyes son las ramas. La raíz está en los hombres que la hacen, en sus modos de pensar y de actuar, en sus creencias y en sus actitudes, en suma, en su cultura política.
Tocqueville
Alexis Charles Henri Clerel de Tocqueville (1805-1859), nació en París cuando Napoleón estaba en la cima de su poder: el año de su nacimiento fue también el año de Austerlitz, en que Napoleón aplastó a los ejércitos de Austria y Rusia, pero también el de Trafalgar, en que Nelson destruyó la flota francesa y española.
Sus habilidades excepcionales se manifestaron pronto en el desempeño de actividades judiciales. Presintiendo que Francia se movía gradualmente hacia la democracia, él y su amigo Beaumont, concibieron la idea de visitar los Estados Unidos para estudiar sus instituciones democráticas. Hacerlo significaba obtener permiso de ausentarse de sus deberes de magistrados. Aprovechando que en Europa había interés por el ensayo del sistema penitenciario que se hacía en el este de los Estados Unidos, obtuvieron permiso para estudiar ese sistema penitenciario. "Se ha dicho a menudo —escribió Beaumont en sus memorias— que esta misión fue la causa de la expedición de Alexis de Tocqueville. En verdad fue solamente el pretexto. Su objetivo real y largamente premeditado, fue estudiar las costumbres e instituciones de la sociedad americana".(17)
Nueve meses duró su visita, de mayo de 1831 a febrero de 1832. Después de cumplir concienzudamente con la obligación contraída, se dedicaron a estudiar la democracia de los Estados Unidos. Tocqueville escribió la primera parte de su obra De la démocratie en Amerique (De la Democracia en América) entre 1832 y 1834, publicada con enorme éxito en 1835. La segunda parte la escribió durante los años 1835-1840. Años después escribiría su otra gran obra, L'Ancien Régime et la Révolution (El Antíguo Régimen y la Revolución). Por ambos escritos se le considera precursor insigne de la sociología y de la ciencia política contemporánea.
Tocqueville observó que, en los Estados Unidos, los hombres tienden a ser más iguales en fortuna, en inteligencia, en fuerza, y se preguntó qué habría que hacer en algún país para hacer a los hombres iguales en política. Se contestó: "no conozco más que dos medios para hacer reinar la igualdad en el mundo político: dar derechos iguales a todos los ciudadanos, o no dárselos a ninguno".
Pero la gran pregunta que se hizo fue ¿Por qué los Estados Unidos tuvieron "la suerte de escapar del poder absoluto"?.(18)
Su primera respuesta: Por su sistema municipal.
"La sociedad municipal existe... en todos los pueblos, cualesquiera que sean sus costumbres y leyes. Es el hombre quien hace los reinos y crea las repúblicas; el municipio parece salir directamente de las manos de Dios. Pero si bien el municipio existe desde que hay hombres, la libertad municipal es cosa rara y frágil... es también la más expuesta a las invasiones del poder."
"...es en el municipio donde reside la fuerza de los pueblos libres. Las instituciones municipales son a la libertad lo que las escuelas primarias a la ciencia; ellas son las que la ponen al alcance del pueblo; le hacen gustar de su uso pacífico y lo habitúan a servirse de ella. Sin instituciones municipales, una nación puede darse un gobierno libre, pero carecerá del espíritu de la libertad."(19)
¿Qué relación ve Tocqueville entre el municipio y el estado? Los municipios "no han recibido sus poderes; por el contrario, son ellos los que parecen haberse despojado, en favor del estado, de una parte de su independencia".
"Por lo general, los municipios sólo están sometidos al estado cuando se trata de un interés que yo llamaría social, es decir que comparten con otros."
"En todo aquello que sólo a ellos concierne, los municipios siguen siendo cuerpos sociales independientes; y entre los habitantes de Nueva Inglaterra no se encuentra ninguno, creo yo, que reconozca al gobierno del estado el derecho a intervenir en la dirección de los intereses puramente municipales."
"Cierto que el municipio actúa dentro de un círculo del que no puede salir, pero, en el interior, sus movimientos son libres. Esta independencia sería suficiente por sí sola para darle verdadera importancia... De este modo, la vida municipal se deja sentir, digamos, en todo momento; cada día se manifiesta a través del cumplimiento de un deber o del ejercicio de un derecho. Esta existencia política imprime a la sociedad un movimiento continuo, pero apacible..., que la agita sin turbarla."(20)
Su segunda respuesta: Por su administración descentralizada.
Tocqueville distingue entre lo que llama gubernamental y lo que llama administrativo. Lo gubernamental son gestiones que afectan a toda la nación, como la emisión de leyes o como las relaciones con otras naciones. Lo administrativo son gestiones que incumben solamente a asuntos locales, como las gestiones municipales. Ambos tipos de gestiones existen centralizadas o descentralizadas.
Cierto grado de centralización en lo gubernamental es necesario, pero, en lo administrativo "sólo sirve para enervar a los pueblos... puesto que tiende incesantemente a disminuir su espíritu de ciudadanía... Da el triunfo a la nación el día del combate, pero a la larga disminuye su potencia. Puede... contribuir admirablemente a la grandeza efímera de un hombre, más no a la duradera prosperidad de un pueblo."
Lo que más admiraba Tocqueville en los Estados Unidos no eran los efectos administrativos de la descentralización administrativa, sino sus efectos políticos: "En los Estados Unidos la patria se deja sentir en todas partes. Es objeto de solicitud en la aldea como en la Unión entera. El habitante se apega a cada uno de los intereses de su país como a los suyos propios. Se glorifica con la gloria de la nación; en los triunfos de ésta cree reconocer su obra personal... A menudo el europeo no suele ver en el funcionamiento público más que la fuerza; el americano ve en él al derecho. Puede decirse, pues, que en América el hombre no obedece nunca al hombre, sino a la justicia o a la ley".(21)
Su tercera respuesta, la más importante: Por las costumbres del pueblo.
"He dicho que había que atribuir el mantenimiento de las instituciones democráticas de los Estados Unidos a las circunstancias, a las leyes y a las costumbres."
Las circunstancias.
"La mayoría de los europeos no conocen más que la primera de estas tres causas, y le dan una importancia preponderante que no tiene."
Una de esas circunstancias sería igualdad social. "Cierto que los americanos han aportado al Nuevo Mundo la igualdad de condiciones. Nunca hubo entre ellos ni plebeyos ni nobles... Pero este hecho no es privativo de los Estados Unidos; casi todas las colonias de América fueron fundadas por hombres iguales entre sí o que vinieron a serlo al habitarlas. No hay una sola parte del Nuevo Mundo donde los europeos hayan podido crear una aristocracia. Sin embargo, las instituciones democráticas prosperaron solo en los Estados Unidos."
Otra circunstancia sería el aislamiento geográfico. "La Unión americana no tiene enemigos a quienes combatir. Está sola entre desiertos, como una isla en medio del Océano. Pero la naturaleza había aislado de la misma manera a los españoles de América del Sur, y este aislamiento no les impidió sostener ejércitos, luchando entre sí cuando no tenían extranjeros con quienes hacerlo. Sólo la democracia angloamericana, hasta el presente, ha podido mantenerse en paz."
Una tercera circunstancia pudiera ser la riqueza geográfica del lugar. "El territorio de la Unión presenta un campo sin límites a la actividad humana; ofrece un alimento inagotable a la industria y al trabajo. El amor a las riquezas sustituye allí a la ambición, y el bienestar apaga el ardor de los partidos. Pero ¿en qué parte del mundo se encuentran desiertos más fértiles, mayores ríos, riquezas más intactas e inagotables que en América del Sur? Sin embargo, América del Sur no puede soportar la democracia."
"Las causas físicas no influyen, pues, tanto como se supone en el destino de las naciones. He conocido hombres de Nueva Inglaterra dispuestos a abandonar una patria donde habrían podido encontrar bienestar, para ir a buscar fortuna al desierto. Cerca de allí, he visto a la población francesa del Canadá apretujarse en un espacio reducido, siendo así que el mismo desierto estaba próximo; y mientras el emigrante de los Estados Unidos adquiría un gran dominio a costa de algunas jornadas de trabajo, el canadiense pagaba la tierra tan cara como si siguiera habitando en Francia."
"Así, la naturaleza, al entregar a los europeos las soledades del Nuevo Mundo, les ofrece bienes de los que no siempre saben servirse..."(22)
Las leyes.
¿Cuán importantes son las leyes? Tocqueville reconoce que las leyes de los Estados Unidos son buenas porque se adaptan bien al modo de ser de los habitantes del lugar, aunque aclara: "Lejos de mí el pretender que haya una bondad absoluta en las leyes americanas; no creo que sean aplicables a todos los pueblos democráticos; y entre ellas hay varias que, en los mismos Estados Unidos, me parecen peligrosas".
Por tanto "hay que atribuirles (a las leyes) una gran parte del éxito que obtiene en América el gobierno de la democracia; pero no creo que sean la causa principal... Méjico, que goza de una situación tan privilegiada como la de la Unión angloamericana, se ha apropiado esas mismas leyes y no puede habituarse al gobierno de la democracia".
"Casi todos los hombres que habitan el territorio de la Unión han salido de la misma sangre, hablan la misma lengua, ruegan a Dios de la misma manera, están sometidos a las mismas causas materiales y obedecen a las mismas leyes. ¿De dónde nacen, pues, las diferencias que se observan entre ellos? ¿Por qué al este de la Unión, el gobierno republicano es fuerte y regular, y procede con madurez y lentitud? ... ¿Y por qué en el Oeste los poderes de la sociedad parecen marchar al azar?"
"Y ahora ya no comparo a los angloamericanos con pueblos extranjeros; ahora pongo a los mismos angloamericanos unos frente a otros y trato de averiguar por qué no se parecen. Aquí, todos los argumentos relativos a la naturaleza del país y a la diferencia de leyes son inservibles. Hay que recurrir a alguna otra causa; y esta causa ¿dónde descubrirla si no en las costumbres?"(23)
Las costumbres.
"En el Este es donde los angloamericanos han hecho más largo uso del gobierno de la democracia, donde formaron los hábitos y concibieron las ideas más favorables a su mantenimiento. La democracia ha ido penetrando poco a poco en los usos, en las opiniones, en las formas; se la encuentra tanto en los detalles de la vida social como en las leyes. Es en el Este donde la instrucción literaria y la educación práctica del pueblo ha sido más perfeccionada y donde la religión se ha entrelazado mejor con la libertad. ¿Qué son todos esos hábitos, esas opiniones, esos usos, esas creencias, sino lo que he llamado costumbres?"
"En el Oeste, por el contrario, falta aún buena parte de esas mismas ventajas. Muchos americanos de los Estados Unidos del Oeste han nacido en los bosques y mezclan a la civilización de sus padres las ideas y costumbres de la vida salvaje. Entre ellos, las pasiones son más violentas, la moral religiosa menos potente, las ideas menos firmes. Allí los hombres no ejercen ningún control unos sobre otros, pues apenas se conocen. Las naciones del Oeste revelan, pues, hasta cierto punto, la inexperiencia y los hábitos desordenados de los pueblos nacientes..."
"Son, pues, particularmente las costumbres, las que hacen a los americanos de los Estados Unidos los únicos entre todos los americanos capaces de soportar el imperio de la democracia; y también son ellas las que hacen que las diversas democracias angloamericanas sean más o menos ordenadas y prósperas... Se exagera en Europa la influencia que ejerce la posición geográfica del país en la duración de las instituciones democráticas. Se atribuye demasiada importancia a las leyes y muy poca a las costumbres. Estas tres grandes causas ayudan indudablemente a ordenar y a dirigir la democracia americana; pero si hubiera que clasificarlas, yo diría que las causas físicas contribuyen menos que las leyes, y las leyes menos que las costumbres."
"Estoy convencido de que la situación más afortunada y las leyes mejores no pueden mantener una constitución sin las costumbres, mientras que éstas son capaces de sacar partido incluso de las posiciones más desfavorables y de las peores leyes..."(24)
Concluye Tocqueville: "Si en el curso de esta obra no he logrado hacer comprender al lector la importancia que atribuyo a la experiencia práctica de los americanos, a sus hábitos, a sus opiniones, en una palabra, a sus costumbres, en el mantenimiento de sus leyes, he fracasado en el objetivo principal que me propuse al escribirla".(25)
Maritain
El filósofo francés Jacques Maritain (1882-1973), vivió más de 25 años en los Estados Unidos como profesor de filosofía en varias universidades de ese país, particularmente en la Universidad de Princeton. A final de su permanencia en ese país, fue invitado a dar unas conferencias en la Universidad de Chicago y allí presentó sus reflexiones sobre los Estados Unidos, que aparecieron luego con ese título en forma de libro. De esa obra son los párrafos que a continuación citaremos.(26) Casi tomándole el hilo al pensamiento de Tocqueville, aunque escrito más de un siglo después, Maritain vuelve a la idea de democracia como forma de vida.
"De hecho es en los Estados Unidos donde he experimentado realmente una democracia concreta, existencial: no como un conjunto de frases abstractas ni como un sublime ideal, sino como una forma de vida humana existente, actuante, continuamente puesta a prueba y continuamente reajustada. Aquí conocí la democracia como una realidad viviente."
Lo que más llama la atención del filósofo en esta "realidad viviente" es que su "estructura primaria" es la comunidad:
"Mi primer señalamiento es hacia una característica de este país y que lo contrapone a Europa. Nos encontramos aquí con una estructura social que es espontánea y orgánicamente diferenciada desde su base misma."
"Hay en este país una bullente multiplicidad de comunidades particulares —auto-organizadas agrupaciones, asociaciones, fraternidades vocacionales o religiosas— en las que los hombres juntan fuerzas al nivel elemental de sus preocupaciones e intereses cotidianos."
"A un nivel más alto encontramos aquí una pluralidad de estados, cada uno con su particular vida política y legislación, que finalmente crecieron formando una sola gran república, un solo estado federal."
"Tal multiplicidad orgánica básica, con las tensiones que conlleva y a veces con una especie de desconcertante diversidad... es... una condición particularmente favorable para el sano desarrollo de la democracia."
"Históricamente, el hecho dominante es que este país nació de comunidades político-religiosas, y sus conductas autónomas, sus tradiciones y su gobernarse a sí mismas han dejado una marca indeleble en la índole general del pueblo americano. De ahí que al mismo tiempo que las necesidades de la vida y el crecimiento extraordinariamente rápido de la nación obligan a que los poderes del Estado Federal crezcan más y más, la mente americana todavía se siente incómoda con la noción misma de estado. Se siente más cómoda con la noción de comunidad."
"De igual manera entiendo el hecho de que los sentimientos e instintos de comunidad sean mucho más fuertes en este país que en Europa... y que den por resultado una tensión, cuya intensidad varía constantemente, entre el sentido de comunidad y el sentido de libertad individual. Tal tensión es, a mi modo de ver, normal y fecunda en sí..."
¿Cuáles son, según Maritain, "los grandes logros políticos" de los Estados Unidos, juzgados a la altura de la mitad del siglo XX?
"Recuerdo mis primeras impresiones en las ciudades de Estados Unidos. Me sorprendía el hecho de no encontrar actitudes de humillación o servilismo, o rostros resentidos y agresivos."
"Aquí el ciudadano promedio, cualquiera sea su vocación particular, generalmente parece satisfecho de ser hombre y consciente de su libertad básica y de su dignidad como ser humano. Este sentimiento básico de la dignidad personal humana está también muy enraizado en el pueblo francés. Y, sin embargo, aquí he venido a darme cuenta de que el lema de la Revolución Francesa, "Libertad, Igualdad, Fraternidad", significa en los Estados Unidos, más que una fórmula venerable, una forma general de pensar, que realmente opera en la consciencia común y en la existencia común del pueblo, y que imparte al sentimiento de dignidad humana personal, que acabo de señalar, esa forma de seguridad que proviene del reconocimiento social común."
Otro logro que ve Maritain es de la civilización como conversación razonada de que hablamos cuando expusimos el pensamiento de Tomás de Aquino.
"Aristóteles y Santo Tomás enseñan (cuando hablan de la ciudad, de la sociedad política, como distinta de la tribu) que la sociedad política es un trabajo de razón y de justicia, e implica una voluntad o consentimiento de vivir juntos, que emana libremente de la 'multitud' o pueblo."
"Bien, mi punto es que esta noción de la esencia de la sociedad política en ninguna parte del mundo ha sido llevada a existencia tan verdaderamente como en los Estados Unidos."
"El cuerpo político de los Estados Unidos es, según pienso, el único que ha nacido independientemente de los varios limitantes históricos (guerras de subyugación, conquistas, sumisión del vencido al vencedor, etc.), que en la realidad han contribuido a crear las sociedades humanas y que jugaron tan gran papel en sus propias condiciones prenatales. El cuerpo político de los Estados Unidos es el único que ha nacido total y explícitamente de la libertad, de la determinación libre de los hombres a vivir juntos y a trabajar juntos en una tarea común. Y en esta nueva creación política, hombres que pertenecían a varias cepas nacionales y a varios linajes espirituales y a varios credos religiosos —y cuyos antepasados habían peleado las más fieras batallas los unos contra los otros— han querido libremente vivir juntos en paz, como hombres libres bajo Dios, en busca de un mismo bien común temporal y terrestre. La frase de Lincoln sobre el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo es la mejor definición de la democracia política y (sin embargo) no fue más que una expresión de la concreta realidad existente con que él trataba. Más aún, creo que no se pueden definir mejor los objetivos de la democracia de Estados Unidos que como lo hizo Abraham Lincoln en otro discurso, cuando en su Primer Mensaje habló de 'la lucha por mantener en el mundo esa forma y sustancia de gobierno cuyo objetivo guía es elevar la condición del hombre; quitar los pesos artificiales de todos los hombros; abrir los caminos de laudables búsquedas para todos; dar a todos la posibilidad de comenzar sin trabas y de continuar con oportunidades aceptables, en la carrera de la vida'."
Para el filósofo, este "gran logro político" no se debe exclusivamente a los fundadores del país.
"Es un proceso continuo de auto-creación. Y así podemos ser testigos aquí del compañerismo temporal de hombres que, por libre escogencia propia, han decidido vivir juntos, en libertad y para la libertad; podemos ser testigos, en consecuencia, de la integración de los recién llegados, en virtud de su propia libre escogencia, a este compañerismo terrestre en libertad y para la libertad. Esta libertad no es una condición celestial que se recibe de una vez por todas y que se disfruta simplemente. Existiendo en la historia y siendo una cosa humana —una cosa humana en el campo de la civilización, muy preciosa y excelsa y, por eso, sujeta a peligros— la amenazan perpetuamente los nuevos obstáculos y peligros que surgen de las nuevas situaciones en el proceso del tiempo; hay que defenderla y mejorarla continuamente, cada generación debe conquistarla nuevamente y crearla nuevamente. No permite inercia, ni pasividad, ni descanso. Debe ser regenerada incesantemente por el aliento vital de hombres libres y es, así, una misma con este aliento vital."
Cuando en páginas anteriores hablamos del cristianismo, Maritain mismo nos dijo que "...lo que importa a la vida política del mundo... es comprobar que la democracia está ligada al cristianismo y que el empuje democrático surgió en la historia humana como una manifestación temporal de la inspiración evangélica."
Es apropiado, pues, preguntarle al propio Maritain qué relación tiene la democracia de los Estados Unidos con el cristianismo.
En su conocido libro Humanismo Integral, escrito muchos años antes que los textos que ahora citamos, había desarrollado "la noción de una civilización temporal, no de naturaleza sacra sino secular, en la que hombres que pertenecen a linajes espirituales diversos trabajan juntos en busca del bien común terreno, pero que, con todo y eso, en su concreta conducta y moralidad como cuerpo social, es una civilización de inspiración religiosa y de vitalidad cristiana". "Con relación a esto —se pregunta él mismo— ¿cuál es la situación en los Estados Unidos?" Para responder, cita al conocido pensador Peter Drucker:
"La muy peculiar relación entre religión, estado y sociedad, tal vez sea el rasgo más fundamental —el más distintivo ciertamente lo es— tanto de la vida religiosa de los Estados Unidos como de la vida política de los Estados Unidos. No es sólo central para cualquier comprensión de las instituciones de este país, sino que constituye la diferencia más nítida entre las instituciones, los conceptos y las tradiciones de los Estados Unidos y de Europa. Este país ha desarrollado el más completo estado secular, si es que no el único verdadero... Sin embargo, los Estados Unidos son el único país de Occidente en el que la sociedad es concebida como una sociedad religiosa."
"La esfera del estado, por su naturaleza misma, debe ser una esfera autónoma, una esfera enteramente de la 'razón natural'. Pero, también por definición, una sociedad libre es posible sólo si está basada sólidamente en el individuo religioso... Lo que lleva al concepto básico americano: ninguna religión debe ser sostenida o favorecida por el estado... (pues) está estrictamente prohibido por la Primera Enmienda a la Constitución. Pero al mismo tiempo el estado debe promover, proteger y favorecer la vida religiosa en general. Los Estados Unidos son ciertamente un estado 'secular' en lo concerniente a cualquier credo. Pero también son una mancomunidad 'religiosa' en lo concerniente a la creencia general de que la ciudadanía necesita una base verdaderamente religiosa."(27)
Y Maritain añade: "Esta descripción de los Estados Unidos es suficientemente clara y sencilla. Con respecto a mi propia experiencia personal sólo añadiré que la primera vez que oí al presidente de los Estados Unidos (era Franklin Roosevelt), hablando por radio, dirigir una oración a Dios,(28) de pronto comprendí que la expresión 'separación de la iglesia y del estado' no tiene el mismo significado en Francia y en los Estados Unidos".
"No me habría sorprendido tanto si hubiese prestado atención al hecho de que el mismo Congreso que escribió en la Constitución el principio de separación de estado e iglesia en términos nada ambiguos: 'el Congreso no dictará leyes con respecto al establecimiento de una religión o prohibiendo su libre ejercicio', estableció también, como cosa normal, la existencia de capellanes para ambas Cámaras, y también aprobó el nombramiento y pago de capellanes del ejército."(29)
"Mucho más allá de las influencias recibidas de Locke o de la Ilustración del siglo XVIII, la Constitución de los Estados Unidos está hondamente enraizada, como dije en otro libro, en la antigua herencia de pensamiento y civilización cristiana. 'Podemos describirla como un sobresaliente documento laico cristiano coloreado con la filosofía del momento. La idea de hacer que la sociedad humana se aparte de Dios y de cualquier fe religiosa repugna básicamente al espíritu y la inspiración de este gran documento político cristiano. El Día de Acción de Gracias, la oración pública, la invocación del nombre de Dios en ocasión de cualquier ceremonia oficial importante, son manifestaciones, en la conducta práctica del país, de este mismo espíritu e inspiración.'(30) Los Padres Fundadores no eran ni metafísicos ni teólogos, pero su filosofía de la vida y su filosofía política, su noción de ley natural y de derechos humanos, estaban penetrados de conceptos trabajados por la razón cristiana y respaldados por un sentimiento religioso inconmovible."
"Así es que una inspiración religiosa, hondamente enraizada, algunas veces oculta, algunas veces inconsciente, pero siempre real y viva, está encarnada en la vida temporal, secular y laica de este país, y este hecho no parece causar especial incomodidad a los que no tienen convicciones religiosas o a los que son decididamente ateos... La tendencia antagónica hacia el secularismo, por poderosa que pueda ser, no parece que logrará arrancarle a la civilización de los Estados Unidos la inspiración religiosa..."
En las primeras páginas del libro Reflexiones sobre los Estados Unidos, del que tomamos los párrafos anteriores, Maritain aclara que no se referirá en él a la "actividad política" de esa federación de estados sino a las raíces culturales de su pueblo. "No es, ciertamente, que yo desprecie o ignore la importancia de la actividad política. Con los años me doy más y más cuenta de cuán fundamental es esta actividad para la humanidad —y cuán profundamente depende de las más decepcionantes contingencias... Pero el tema que tenía que tratar era muy diferente y más apropiado a la tarea única a la que ahora me ciño, que es la filosofía. Son los pueblos, no los gobiernos, los que cautivan la atención de un filósofo."
Conviene, pues, saber distinguir entre la cultura política del pueblo de los Estados Unidos, presentada aquí como ilustración apta para la vida en libertad y en democracia, y las actuaciones políticas de los oficiales de sus agencias gubernamentales o de otras agencias de una forma u otra relacionadas con las primeras. Refiriéndose a esas actuaciones, aclara cortésmente Maritain: "Si yo fuera a escribir alguna vez sobre estos temas, especialmente sobre el tema de la política internacional, tendría muchas cosas que decir y no siempre lisonjeras".
(1) Elizabeth Donnan, Documents Illustrative of the History of the Slave Trade to America (Washington D.C.: The Carnegie Institution, 1930) vol I, pp. 402-3. [Regresar]
(2) Su traducción al español ha sido publicada por Libro Libre junto con otra importante obra de Paine, Los derechos del hombre. [Regresar]
(3) Frank H. Underhill, "A United Nation Is Not Enough", The Globe Magazine, 24 de marzo de 1962. Citado, a su vez, por Seymour Martin Lipset, The First New Nation, (Nueva York: W.W. Norton & Co, Inc., 1979), p. 16. [Regresar]
(4) Marcus Cunliffe, George Washington, Man and Monument, (Nueva York: Mentor Books, 1960), pp. 20-1. Cit. por Lipset, op. cit.[Regresar]
(5) Gustave de Beaumont, Marie, or Slavery in the United States (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1958), p. 106. Cit. por Lipset, op. cit.[Regresar]
(6) Cunliffe, op. cit., pp. 149-150. Cit. por Lipset, ibid.[Regresar]
(7) Constitución de los Estados Unidos de América, Arto. 6. [Regresar]
(8) Ibid., Arto. 2. [Regresar]
(9) Ibid. [Regresar]
(10) Thomas Jefferson, De Tolerancia y Libertad, (San José, Costa Rica: Libro Libre, 1990), p. 73.[Regresar]
(11) Hamilton, Madison y Jay, El Federalista, (San José, Costa Rica: Libro Libre, 1986), pp. 129-130. [Regresar]
(12) Constitución de los Estados Unidos de América, Arto. 5. [Regresar]
(13) Libro Libre ha publicado en español una selección de esos escritos en el libro titulado El Federalista. La selección fue hecha por Jorge Sáenz Carbonell.[Regresar]
(14) James Madison, "Memorial and Remonstrance against Religious Assessments", 1785, The Papers of James Madison, vol. 8, 10 March 1784 — 28 March 1786, ed. Robert A. Rutland and William M. E. Rachal. Chicago: The University of Chicago Press, 1973, pp. 295—306. [Regresar]
(15) John Adams, "To Massachusetts Militia", 11 October 1798, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Adams/99-02-02-3102. [Regresar]
(16) Gouverneur Morris, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov. [Regresar]
(17) John Stone y Stephen Mennell, Alexis de Tocqueville, Democracia y Sociedad, (San José, Costa Rica: Libro Libre, 1986), p. 16. [Regresar]
(18) Tocqueville en John Stone y Stephen Mennell, ibid., pp. 73-4. [Regresar]
(19) Ibid., pp.74-5.[Regresar]
(20) Ibid., pp. 78-81.[Regresar]
(21) Ibid., pp. 82-87.[Regresar]
(22) Ibid., pp. 99-101.[Regresar]
(23) Ibid., pp. 101-103.[Regresar]
(24) Ibid., pp. 103-104.[Regresar]
(25) Ibid., p. 104.[Regresar]
(26) Jacques Maritain, Reflections on America, Charles Scribner's Sons (1958) e Image Books (1964). Traducido al español por Xavier Zavala Cuadra y publicado con el título Reflexiones sobre los Estados Unidos, San José, Costa Rica: Libro Libre, 1993).[Regresar]
(27) Peter Drucker, "Organized Religion and the American Creed", Review of Politics (Julio, 1956), pp. 296, 298-299.[Regresar]
(28) Sabemos que, durante la Guerra Civil, Lincoln proclamaba días de ayuno, humillación y oración nacionales. El más importante fue el del 30 de abril de 1863.[Regresar]
(29) Drucker, op. cit., p. 298. [Regresar]
(30) Jacques Maritain, Man and the State, (University of Chicago Press, 1951), pp. 183-184.[Regresar]
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